El Sol calienta la totalidad de la Tierra, pero la
distribución del calor a lo largo de la superficie terrestre no es
homogénea: las regiones ecuatoriales y tropicales reciben mucha más energía
solar que las latitudes medias y las regiones polares.
La radiación que reciben los trópicos es mayor de la son
capaces de emitir, mientras que las zonas polares emiten más radiación de la
que reciben. Si no hubiera transferencia de calor entre los trópicos y las
regiones polares, los trópicos se calentarían más y más, y los polos
estarían cada vez más fríos. Este desequilibrio de calor latitudinal es el
origen de la circulación de la atmósfera y los océanos: la energía
calorífica se redistribuye desde las regiones más cálidas hasta las más frías por
medio de la circulación del aire (60%) y las corrientes oceánicas (40%).
Una forma de llevar a cabo la transferencia de calor desde
el ecuador hasta los polos consiste en una única célula de circulación que
sube desde los trópicos hacia los polos, y desciende desde los polos y
hacia el ecuador en la superficie. Este es el modelo de circulación de una
célula, propuesto por primera vez por Hadley en el 1700.
Como
la Tierra rota, el eje está inclinado y hay más masas de tierra en el
hemisferio norte que en el hemisferio sur, el patrón gobal actual es mucho más
complicado. En lugar de un modelo de una célula, la circulación global
consiste en un modelo de tres células tanto para el hemisferio norte como
para el sur. Estas tres células son las célula tropical (que se conocen también
como célula Hadley), la célula de latitud media y la célula
polar.
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